- Henos
aquí de nuevo.
- Me
sorprende que esto se haya transformado en hábito. Una buena costumbre en
realidad.
- Hace
un rato leí un breve texto de Stevenson, su título me recordó a nosotros
<Veo un pequeño café donde te propongo que nos sentemos >[1]
- Pero
a usted le gusta pasear
- Pero
usted nunca puede, que el trabajo, la familia
- Bueno
sí, tengo una vida normal ¿no?
- Sí,
el que se sale de la norma siempre he sido yo, aunque usted sabe cuánto lo he
intentado.
- Las
mismas en las que le he dicho que no todos podemos serlo, de otro modo la curva
de Gauss no tendría sentido alguno y, como sea, diga usted lo que vaya a decir,
es una verdad estadística imposible de desmentir. Ahora, anormal no significa
peor.
- Tampoco
mejor.
- Cierto,
¿nos sentamos entonces?
- ¡Claro!
¿qué piensa usted de la resignación?
- ¿Ese
es el tema hoy? umm difícil, empiece usted porque es obvio que ya trae algunas
ideas que quiere compartir conmigo si es que se puede llamar así a una
seguidilla de palabras que pueden desatar imágenes y vivencias muy opuestas.
- Hasta
que no demos con una forma de telepatía bajo control no podremos sino recurrir
a esta vieja forma de comunicación.
- ¿<Bajo
control>?
- ¡Sí
pues! contenidos específicos, no cualquier cosa.
- ¡Ah
claro! De otro modo sería tan caótico como compartir sueños.
- Algo
así. Visitemos la resignación entonces. Ya no me parece tan espantosa como
antes, creo que se trata de poner los pies en la tierra.
- Está
hablando como un viejo Sr. Energía infinita.
- No
se burle, no me voy a calmar, al contrario, tengo muchas cosas por hacer y
cambian día a día.
- ¡Ah,
sí! La resignación no tiene por qué ser sinónimo de rutina o de aburrimiento.
- Sí,
el concepto tiene mala reputación porque se parece a rendirse y en un mundo que
valora solo a los winners, a los resignados no nos dejan mucho
espacio.
- ¿Rendirse?
Claro, si dejar de perseguir quimeras o aceptar las limitaciones de uno en
cualquier ámbito es rendición en lugar de aceptación de la propia circunstancia,
quiere decir que hay una confusión de conceptos.
- Eso
es lo que digo, darse de cabezazos a sabiendas del daño a sí mismo no
constituye heroísmo sino masoquismo.
- ¡Mire!,
al fin el mozo se dio cuenta de que estamos aquí.
- ¿Qué
va a pedir usted hoy?
- Pediré
lo que nunca hay: ponderaciones y un café con leche.
- En
eso no se resigna, ya sabe la respuesta.
- Es
un deseo más que una lucha ¿cómo sabe si un día, por no pedirlo me pierdo de la
posibilidad?
- Y
entonces, ¿por qué se resigna en cosas más importantes?
- Por
una vez déjeme responderle con una pregunta ¿Por qué lo hizo usted?
- Touché
- Entiendo
su silencio: la estabilidad dividida por el riesgo menos la pérdida de raíces
cuadradas, redondas y de cualquier tipo implican una alta posibilidad de quedar
en cero.
- Algo
así. Lo que me recuerda lo mismo que usted me dijo en alguna ocasión, uno
conversa los problemas y temas importantes con personas cuya respuesta conoce
de antemano. Usted sabe que yo le diré que…
- Sé
perfecto lo que sigue a continuación, no es necesario insistir, de hecho, no
tiene por qué asumir esa pose de profesor conmigo, desde el inicio de este
diálogo, asumí que hablaba con un experto, no tiene para qué hacer más
esfuerzos.
- Noto
cierta molestia en su tonito.
- Jajajajaja,
¡para nada! ¿no me cree que me convenció?
- ¿De
qué?
- Que
para todo hay un momento y una circunstancia, más tarde la salida más digna es
la conformidad, la aceptación. No tiene sentido ir en contra de la corriente,
uno se cansa y sufre demás.
- Creo
que usted parece hablar de la aceptación de un duelo más que de una actitud
sostenible en otras áreas de la vida.
- Me
falta su naturalidad.
- Sí, Sr. ¡Tenemos ponderaciones esta
vez!
No hay comentarios:
Publicar un comentario