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martes, 21 de noviembre de 2023

Ellas bailan

 

Foto de Ксения Юрова: https://www.pexels.com/es-es/foto/gente-mujer-bailando-bailarines-11254977/


El profe dice que la cara también baila y Lalita se acuerda entonces de sonreír. Al principio no podía, parecía que estaba estudiando matemáticas con esa expresión de concentrada y con el ceño fruncido. Después de varios meses es capaz de hacerlo casi sin perder el paso, no siempre al menos.

Las más jóvenes aprenden con facilidad las secuencias y parecen dominar mejor algunos segmentos del cuerpo que a Lalita se le escapan del control, se resisten, no se mueven no más. No por ahora. El cuerpo es más sabio que una pensaba Delia y, aunque a veces era difícil levantarse, se había prometido cumplir con un compromiso hecho consigo misma. El día se arregla con música, movimiento y buena compañía. No había faltado más que por razones muy justificadas. Si no iba, el día se desenvolvía lento y monótono, el cuerpo le reclamaba.

      ¡Levante la cara, baje los hombros!

Clara era feliz bailando y se le notaba. No podía evitar sonreír y la gracia natural le salía como luz del cuerpo según la bruja Amelia que decía que veía el aura. A Oriana le brotaba la gracia cuando se imaginaba que Darío la estaba mirando, igual que cuando bailaba en la cocina o barriendo las hojas del jardín. Se reía sola cuando pensaba que le hubiera gustado bailar con él y mostrarle que ahora era diferente, pero ya no estaba para verla. A veces se imaginaba que la iba a ir a ver y la invitaría a bailar, por tontear, por fantasear leseras no más.

      ¡Las manos con actitud, complete el movimiento, use el espejo!

Nadia no se miraba, se ocultaba detrás de otras para no verse, alguna vez le gustó mirarse, ahora le era difícil, en eso coincidía con las más jóvenes: no se critica el cuerpo de nadie excepto el propio. Su desafío era soportar una canción entera mirándose. Podría ser el merengue de Turizo, la coreografía que mejor le salía.

La mayoría llegó porque era necesario hacer algo de actividad física, moverse, salir del sedentarismo y el letargo. Las que se quedaron fueron las niñas, las que querían seguir jugando cómplices en un mundo propio, sin complicaciones ni otra pretensión que disfrutar de la música con todos los sentidos. El profe también se divierte jugando con ellas y sus ilusiones de bailarinas, alienta los avances y corrige porque los juegos son de lo más serio que ocurre en la vida.

Dile a la mañana que mi sueño se acerca, que lo que se espera con paciencia se logra. De esa canción se acordaba Sussy cuando se equivocaba de paso y partía para el lado contrario[1].

A veces se puede ver colores entre las bailarinas: la coordinación es calipso, las sonrisas son fucsias, la actitud es naranja, los deseos de seguir son verde menta y cuando aprenden una nueva canción el lila se apodera de todo el salón. En los momentos en que se han superado los motivos particulares para bailar y ya los pasos aprendidos son amigos, hay luces y colores intermitentes por el solo gusto de estar ahí.

Pa' bailar contigo (pa' bailar),

Se me alegra la nota

Quiero cantar contigo (quiero)

 



[1] Juan Luis Guerra Bachata en Fukuoka https://youtu.be/_4NBD3SqBwg?si=XsBjHhyH5ofs5Yu0

 

miércoles, 8 de noviembre de 2023

Yal


Alguien que entró al blog leyó dos textos: “Cerezos en Flor” y “Susurros Florales”, el segundo es un cuento y el primero solo palabras amontonadas con algo de redacción. En realidad, puede que sean distintos lectores, no hay cómo saber, pero ambas entradas, para ser más descriptiva y fenomenológica, me hicieron relacionar ese montículo de palabras. Conclusión, me resulta inevitable la repetición de temas y relacionar las flores con los afectos y la jardinería como una labor de conexión con ellos y un inútil intento de control.

Acabo de ver el blog de nuevo y alguien leyó el texto “Tardes de Jardín”, será coincidencia supongo, entonces también lo leí: demasiados adjetivos diría Francisco, inolvidable primer profe de taller, pero me parece poco honesto corregirlo y enfriarlo. Además, es solo una descripción o asociación de ideas, sin trama y un final que se lee forzado. Como cuento salva poco, como sensación harto más, al menos para mí que estaba empezando con esta compulsión.

Me gusta más, Susurros Florales, hasta lo encuentro casi bueno, como si no lo hubiera escrito yo. Ya sé, la inseguridad, el síndrome del impostor, la otredad de quien puede tomar distancia de sí mismo y siente ajeno un contenido. Qué maravilla es la mente. Leer algo como si otra persona lo hubiera escrito y hasta identificarse con la emoción que describe tal cual se tratara de una historia japonesa, albanesa, islandesa no solo lejana sino perteneciente a otras vidas. En Islandia también hay jardines bellos, en Japón ni hablar, las flores son casi deidades como el período de sakura: el florecimiento de los cerezos. Todo se relaciona, las piezas calzan porque debe haber un paisaje interno tan oculto como la propia sombra. ¿Y en Albania hay jardines? Donde existan humanos habrá jardines, reales o imaginarios.

Por supuesto no es una idea original y no me voy a amargar por eso y confieso, para mayor abundamiento en mis fallas, que tengo fijación con los jardines y me hago juicios sobre las personas según si cuidan o no el suyo.

No puedo pensar en vivir en un departamento y no tener un jardín, no mientras me pueda las patas y el propio cuerpo y entonces, con casi total seguridad, puedo decir que seguirán apareciendo las flores, la tierra, los árboles y sus habitantes en futuros textos. En el último paseo a un cerro vi tres lagartijas, una tarántula cachorra y un yal, un pájaro cuyo canto había oído, pero que no había visto de cerca. Estaba parado en una rama ignorando a los humanos y posando para un montón de teléfonos. Digo futuros textos porque se transformó en un hábito y casi compulsivo, exagero obvio, insano a veces, inútil siempre y rara vez satisfactorio según criterios muy idiosincráticos.

¿Usted sabía de la existencia del yal? - Moi non plus – diría una conocida y vieja canción francesa. Aquí va el link del canto del yal[1], no de la chanson.

Habitantes del bosque y jardines invadidos por humanos.


La cortaron verde

  Luego del portazo producido por el viento de ese verano, se quedó a cargo del cuidado de la chacra. Era pequeña, pero para quien solo sabí...