27 tacitas
de café
La verdad cabe en una tacita de expreso. La verdad tiene por
duración el único sorbo con el que se debe consumir una tacita de expreso. Te
deja la idea fresca y la boca amarga, como si fuera una invitación a poner la
lengua en stand by. Café literario y otros cuentos, de
Ximena Candia, es una mesa recién puesta, con 27 tacitas. Cada una contiene las
palabras suficientes, la medida de un cuento, para hacer de ese sorbo una
experiencia de lucidez.
Quizás uno de los goces más privados en la lectura de un
libro de cuentos, es ceder a la tentación de no leerlos en orden. Buscar el
índice, poner el dedo y caer en “Soy leyenda” (página 75). El Guatón Naveas, su
tenida de domingo, un bautizo, una pichanga, una gresca. Me río en el metro. El
remate, uff. Espabilas con el primer café de la mañana.
Relatos tibios, la idea fresca. Trapecistas, página 108. Un
cuento escrito en contrapunto, Olivia y Bernardo, un trapecio. LECTURA PÁGINA
111. Los cuentos se vuelven dinámicos. Aumento de la frecuencia cardiaca
y la presión arterial. Lo que te demoras en tomar otro sorbo de café.
Página 88, “Incluso en el sur”: “Tanta historia de la
humanidad transcurrida para caer en trampas del milenio pasado”.
Y otro más, “Pauta de notas paralelas”, página 49, “Tenía la
música indicada para ese anhelo de tormenta”.
La narrativa de Ximena es casi siempre urbana, no
necesariamente por los paisajes, sino por el alto grado de consciencia de
personajes y narradores. En cada cuento hay momentos clave, “Cada uno vio lo
que quería ver”, donde los protagonistas entienden que su mundo no podrá seguir
siendo el mismo.
Si “Incluso en el sur” se puede resumir como un cuento de
ruptura matrimonial visto desde la generación anterior, y “Pauta de notas
paralelas” es solo una mujer arriba del auto en su rutina. El valor de Café literarios y otros cuentos está en
cómo la narrativa, sin perder agilidad, logra llenar de sentido a personajes
comunes.
La mesa con las 27 tacitas te seca la boca para que sigas
leyendo, es una intensidad tras otra, precisa, “humanos, demasiado humanos”. Es
la medida del cuento, la que hace de Café
literario y otros cuentos, de Ximena Candia un libro entrañable.
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