− Me
tiene chata mi mamá, parecía que estaba bien, pero creo que no. O sea, estoy segura
de que no. La escucho cuando manda audios a las amigas, porque ahora no ve las
letras del celular y dice que le sale más rápido hablar,
− Oye
sí, y las viejas andan por toda la casa con el celular a todo chancho, uno se
entera, aunque no quiera de todas sus leseras.
− Y
yo que creía que los adultos hablaban de sus cosas, las aclaraban, igual que en
las películas en donde la gente se dice lo que les pasa.
− ¡pfff!,
sí, son más pendejos que nosotros: que me llamó, que no me llamó, que me dejó
en visto, que no avisó, que me puso un me gusta y con eso terminó la
conversación ¿así es tú mamá?
− Sí,
y las amigas también. Igual es divertido ¿has escuchado los consejos que se
dan? ¡Me da cringe!
− Y
cada vez que se ven, gritan y se dicen que están regias para, cinco minutos
después, empezar a quejarse de lo que les cuesta bajar de peso y se dan
consejos de cosas que vieron en las redes. Pobres, tan preocupadas de su facha
y con tan baja autoestima, esa generación sí que era sufrida.
− Mmm,
no sé, ahora pensamos lo mismo, pero nos quedamos callados, el Body positive
y toda esa mierda es pa los demás, amiga, ¡te pasai quejando de cómo te ves!
− Ya
sí, pero a lo mejor es rollo mío, yo cacho que antes era generalizado. Al menos
en las mujeres, porque esa cuestión de valorar a alguien por la apariencia es
más pesada para las mujeres.
− No
sé, hasta mi papá anda quejándose de que ya no está tan joven y que le duele
aquí y allá. La polola lo pateó y se puso más achacoso. No es tan viejo, o sea,
no sé, pero esa hueá de andar quejándose por la vida no le va a servir para conseguir
polola nueva. Eso le digo, pero me manda a la cresta al tiro. Viejo hueón, yo
le digo de buena onda no más y me responde mal – ¿cuántas pololas has tenido
tú? – y ahí me caga, porque me va igual o peor que a él con las mujeres.
− Jajajajajajaja,
sí, la dura. Yo tampoco cacho qué hacer o qué decirle a mi vieja, dice que ella
es el sueño del pibe para cualquier weón, de repente se manda unos discursos de
vieja empoderá que cualquiera se los creería, pero luego se ríe a carcajadas y
no sé si hablaba en serio o no. A veces creo que se trata de convencer a sí
misma de que no hay nadie a su altura y empieza a hacer chistes con que la
libertad es lo mejor que le ha pasado en la vida y tanta incoherencia junta que
no logro entenderla.
− Oye,
estos viejos de mierda nos van a cagar la psiquis, a mí ya me cuesta el tema,
como que me da miedo sufrir y estar a los veintiuno todo amargado como ellos, así
es que ni pienso en que pueda llegar a acercarme a la chica que me gusta.
− Pucha,
sí, cada cierto tiempo mi mamá se da cuenta de que transmite mucho con las desilusiones
de la vida, que las encuestas de salud dicen que las mujeres son más felices
solas y me empieza a contar la de desgracias que han pasado sus amigas por los
pasteles que se han conseguido de maridos o pololos y no sé qué cara pongo yo,
que luego cambia el discurso y me dice que no le haga caso, que el amor es lo mejor
que le puede pasar a las personas, que cuando el amor es bonito, saca a la
superficie lo perfecto de cada persona y que ojalá me atreva y me arriesgue. La
última vez que empezó con eso, le pedí a la X por WhatsApp que me llamara
porque tenía rabia de tanta tontera junta y tampoco me gusta pelear con ella.
Me cansa.
− ¡Aaaaagh!
Eso es lo peor, tener que escucharlos para que no se sientan solos. Mi papá,
cuando está en la fase misógina, dice que las mujeres solo necesitan a los
hombres para reproducirse, arreglar la cueva o su equivalente, la casa, y protegerlas
de sus miedos atávicos, de la especie, me dijo que significaba eso. Después empieza
con que la cultura cambió para peor, que si bien, no necesitan todas que las
provean, una vez que las crías están crecidas, quieren divertirse, explorar y ya
no quieren escuchar de nada que se relacione con el cuidado. Así es que a uno
lo usan como mano de obra y que cuando se aburren lo abandonan. Me da risa el
viejo, le digo que se divierta como ellas también entonces y dice, todo cagao,
que ya no sabe cómo.
− ¡No
te creo! Mi mamá tiene otra teoría, pero ahora que lo pienso tal vez sean
complementarias, dice que los hombres se divierten en el período en que las
crías estaban chicas, mientras ellas estaban cien por ciento dedicadas al nido
y que después de finalizada esa labor ellos se ufanan de la familia, y
pronuncia esa palabra con los ojos blancos, y lo justo es que ellas quisieran pasarlo
bien después. Calza ¿no?
− ¡Jajajajajaja!
No sé si aplica para todos, pero creo que se buscan explicaciones de toda
clase, mi papá, otras veces dice que las mujeres son unas manipuladoras, que
usan el sexo y las atenciones como moneda de cambio y que mi mamá lo dejó por
un tipo que le ofrecía más.
− Oye
¡se pasó! ¿no te da rabia eso?
− Obvio
que me da rabia, pasé meses sin hablarle por cómo se refería a mi mamá, pero
cacho que hablaba como bestia herida. Mi mamá sigue sola y creo que hasta lo
extraña, pero dice que mi papá la humilló y no puede arriesgarse a lo mismo de
nuevo. Nunca me ha contado y yo ya no pregunto, ni siquiera para entender, pero
cada cierto tiempo me pregunta por él. – Es para tranquilizar su conciencia− comenta
mi papá.
− ¡Qué
heavy! Esa es la cuestión, una queda al medio, sin poder hacer nada. A veces me
da pena mi mamá y me imagino que lo va a pasar mal cuando mi hermana y yo nos
vayamos de la casa. En ocasiones creo que de verdad es el sueño del pibe para
cualquier viejo que ande por ahí y que por probabilidades va a quedarse sola; en
otras creo que se lo merece por neurótica, por mecha corta, por pesada.
− Es
injusta esta cuestión, se supone que los padres deben orientarlo a uno y na´ que
ver que nosotros andemos aconsejándolos con su vida amorosa. Lo único que
quiero es que mi papá se empareje luego pa´ quedarme tranquilo ¡cáchate! Mi mamá
me preocupa menos, no sé, actúa como viuda resignada y creo que me convenció su
actitud.
− Debiéramos
hacer un movimiento social, que los viejos se dejen de huevear, que resuelvan
sus cosas como en las películas, que hablen y se apoyen entre ellos y dejen que
nos decepcionemos por nosotros mismos.
− ¿Por
qué no presentamos a tu mamá con mi papá?
− ¡Nooooooo!
− Jajajajajajaja
en un nano segundo reaccioné y también me sumo al ¡nooooooo!