miércoles, 19 de octubre de 2022

Palabras desordenadas acerca de la importancia del orden

 


Hubo un momento en que todo estuvo en su lugar o no había ni todo ni lugar.

¿Hubo un momento en que las cosas, los objetos, estaban donde tenían que estar?  Como si hubiera una correspondencia entre el espacio y una posición de algo, un solo espacio, un lugar para cada utensilio, libro, ropa, cuchuflíes, colegiales, calugones, material de limpieza y tantos elementos inútiles, esos cuyo significado no era intrínseco y por eso mismo conservaba con más aprecio.

Un día ocurrió lo de siempre, las cosas se desplazan, no calzan, se produce una asimetría e irrumpe el desorden. La organización pierde la identidad, chao homeostasis y umbrales de subsistenciaa. La determinación por recuperar la armonía comienza de afuera hacia adentro, sobre todo si ha fallado la estrategia inversa, pero tenga en cuenta que el trabajo es mayúsculo. Es imperioso fijarse y arreglar muchos detalles, deshacerse de algunos suntuarios: grasa, ropa en desuso, ollas viejas, azúcar y harinas. No hay para qué detenerse en explicaciones vanas, por ejemplo cómo se pasa de no tener casi nada a esta verdadera orgía de cosas que se acumulan sin sentido por todas partes. Los closets, cajones, los brazos, el abdomen, el piso, el cuartucho de lavado, el dormitorio de visitas, las mejillas, el cajón de bolsas abarrotado de bolsas, muchas bolsas.

- Tienes que ser tú quien diga lo obvio.

- ¿De nuevo?

- ¿No eres tú quien está ordenando?

- Cierto

- Pero ya no quiero y ahora que lo pienso, ojalá nunca más, ser yo quien tuerza los eventos.

- Tal vez no hablar los haga torcer. Desordenándolos. 

No es necesario perder tiempo en reflexiones inútiles, a veces hay que reiterar, esas ocupan tan poco espacio que resulta aconsejable apilarlas como las cookies del computador y luego borrarlas de un plumazo o un click, como prefiera.

Tal vez lo peor del proceso de encontrar un orden sea la sensación de un vacío, el dolor-vacío de bombones, de estanterías, cajones y bolsas de basura, galletas, dulces y falta de barnices y pintura para renovar muebles y puertas, pero esa sensación no va, por lo general, junto con la disposición a la acción.

De un modo extraño las ideas, como los libros, las blusas y los chocolates encuentran raras formas de categorizarse en el cerebro. Influenciadas quizás por qué ondas magnéticas, a veces se agrupan para escapar y otras para confrontar/se.

So when you remember the ones who have lied
Who said that they cared
But then laughed as you cried
Beautiful darling
Don't think of me

Because all I ever wanted
It's in your eyes, baby

Hasta las canciones y sus versos se ordenan de un modo particular o se desordenan según el ángulo desde dónde se miren. La dieta sigue el mismo patrón, cursilerías y dulces van juntos. Evidente. El abandono de sí mismo va con papas fritas y grasas. Siempre hay pautas, es cuestión de descubrirlas.

¿Y la disciplina con qué va? Con abdominales, con verduras y barridos, cloro y cajones desocupados, cabezas y cuerpos de pescado, algunos de colores como salmón y atún y otros blancuzcos como la merluza. Como guarnición puede servir metas y propósitos que aparecen de forma estacional y ya sabe, la sustentabilidad económica requiere aceptar los ciclos naturales de los alimentos y, por supuesto, velar por las condiciones sanitarias y de concentración, la suya y la del cloro con agua. Las soluciones son problemas complejos, no se trata de un pichintún de esto más lo otro, como dejando libre al azar. Es demasiado peligroso. Las soluciones pueden ser homogéneas, radicales, heterogéneas o imposibles no más. Claro siempre está la posibilidad de esas combinaciones tipo plasma en la que elementos muy extraños forman otro nuevo que no parece ser ni sólido o líquido o nada de lo que usted aprendió en la educación básica. También ocurre que una mezcla no llega a ser una solución. 

Ornato. No es necesaria la exageración, pero tampoco lo es esforzarse por la decoración franciscana o minimalista que, digámoslo, es una falta de riesgo absoluto. Una resignación al vacío, a la falta de cariño hasta por los demás. Una pared blanca, como una cabeza llena de canas, puede ser tan bella como un fresco provenzal, depende de la expresión de los ojos, de la actitud de jovialidad, pero hay paredes blancas inexpresivas, ojos hueros, bocas sin besos ni pliegues que recuerden que alguna vez los hubo.

Adornarse, a veces, es actualizar los protocolos de convivencia social, de contribuir a la armonía de la belleza de las cosas. Las flores silvestres, tienen el don de la belleza incorporado, precisamente porque surgen en lugares inesperados por áridos o escondidos. Allá usted si puede disfrutarlas o no. En todo caso, si las paredes son tan blancas que ni la maleza se asoma, es necesario insistir en llenar de colores el espacio como sea. Con piano o guitarras o sombras y labiales o estantes llenos de libros que algún día habrán de leerse.

Los libros merecen reflexiones aparte. Puede usarlos como soporte para toda clase de objetivos, en especial para apalancar emociones que otros saben mostrar en textos, también para subir la pantalla del computador y elevar, no siempre de nivel, las conversaciones en un mundo raro de imágenes y voces. Esos fines son bien servidos por diccionarios y manuales. Advertencias: los libros pueden desordenar las ideas, cuidado, también los espacios, y tienden a reproducirse solos, como los Gremlins, en las noches, con o sin necesidad de agua o alimento, es todavía peor si la combinación de líquidos y sólido hacen difícil recuperar el balance disciplinado del ascetismo. Es decir, si, por ejemplo, la combinación es la resultante de un vino dulce y chocolates, el resultado puede derivar en una mezcla fatal y entrar en un espiral caótico muy difícil de controlar. Así, los lomos de estos objetos y su apariencia parecen no combinar; los colores, los tamaños, los títulos, las temáticas, los autores pueden ofrecer formas de categorización, pero si usted ha caído en aquel rapto de descontrol se hará evidente en los libros apilados por todas partes, veladores, mesitas, escritorios, estufas en desuso e incluso sobre el piso de cualquier habitación.

¿Es tan literal esa idea de como es adentro es afuera y viceversa? O al lado, al revés, arriba, abajo, alrededor, alrededor como cantaba el querido Archibaldo. Cerca y lejos. Antes y después. Solo lugares, espacios y el tiempo como una referencia musical. Lugares puros. Líneas limpias, arquitectura eficiente. 

El orden es un talento, una virtud. No todos acceden a ese estado de equilibrio y claridad. A veces hay lapsos más o menos prolongados de estabilidad y prístinas decisiones, hasta que un día, un minúsculo mecanismo pierde el eje. Quien sabe, no es tiempo ni espacio, más bien compases, combinaciones de silencio y sonidos.


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