Foto de Caio : https://www.pexels.com
Hay libros que inquietan
dependiendo del momento en que llegan a las manos, a los ojos más bien. La
invención de la soledad de Paul Auster es uno de ellos, sus temáticas: la
muerte, el azar, las casualidades y la forma en cómo se desenvuelven los vínculos
traen de nuevo los fantasmas a la mente. Convicciones internas que alegran y
dan sentido a lo vivido. Imágenes que se contraponen y que explican situaciones
o al menos generan nuevas hipótesis sobre lo mismo.
La distancia y el tiempo, herramienta
infalible para ampliar el foco, casi siempre para bien.
Una canción infantil, el inicio y
el avistamiento del fin al mismo tiempo.
Cuando está la luna sobre el
horizonte, muchos enanitos juegan en el bosque.
Otra canción Es caprichoso el azar.
Algoritmos cerebrales traspasados a las omnipresentes pantallas y su poder
hipnótico.
Qué será de las cosas personales
después de la muerte. Qué valdrá la pena, cómo se interpretarán, cómo se
valorarán. A quién le importarán. Los nórdicos, decía un artículo por ahí,
dejan todo preparado para no causar molestias a los que quedan. Ordenan, botan,
heredan, dejan la vida en cajas. Cajas de colores sobrios, sin estridencias.
¿Cómo decidirán cuándo es el momento? Aquel de tirar a la basura objetos,
fotografías, archivos, ropas, regalos, libros. Quién accederá a las claves de
cuentas de correo y otras redes. A quién le importará en verdad. Y la música,
tanta música.
Y por qué tendría que importar.
Por el amor a los que quedan.
El ritual de guardar, clasificar,
regalar, donar ¿no es acaso sea un paso necesario para que los que quedan
puedan vivir el duelo, pedazo a pedazo, recuerdo a recuerdo? Dejar todo
preparado tal vez sea otra muestra más de la insignificancia que alguien pudo
atribuir a su propia existencia y ese afán de no molestar tan propio de tantos.
No se puede saber cuándo es la
última vez de algo. Y que bien que así sea.
¿Con cuántos muertos carga cada
uno? ¿cuánto sabe uno de los muertos con que carga? ¿se tiene que saber?
Y porque la casualidad es así,
Pedro Páramo, un mundo de fantasmas, infiernos e incertidumbre, es una película
que intenta hacer justicia a una novela que vivifica la muerte, con todo el
contrasentido de aquello.
“…ella ya venía sufrida” dice una
mujer refiriéndose a Susana, el amor de Pedro Páramo. Es raro incorporar sonido
a un texto, es raro escuchar la voz de quien escribe cuando se lee, pero sucede.
Es raro tener que utilizar palabras
para explicar una sonrisa que se asoma entre tantas voces, fantasmas, miradas, inicios
y finales. Debe ser algo así lo que Paul Auster logra provocar con sus textos,
algo inquietante que se asoma a través lo inefable.
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