Llevaba
8 meses sin pega, un cabro en la universidad, el otro en tercero medio. Mi
señora trabajando de profe. La plata del finiquito se me fue en pagar las
deudas más importantes y el seguro de cesantía alcanzaba para una semana de
gastos de la casa.
¿Qué
iba a hacer? Hice lo mejor que pude en la entrevista. Me hicieron unos tests
con tiempo, el de las manchitas - ¡tenís que ver personas Jorge!, cómo sea
tenis que ver personas – eso me dijo la Lilly, mi señora, y la psicóloga lo
primero que me dice es que no le haga caso a las recomendaciones de internet o
de conocidos porque no hay forma de salvarse de uno mismo. Me reí, pero me
quedó dando vueltas esa frase. Claro que no hay forma de salvarse.
Debo
haberle caído bien después de todo. Al final vi puros monos de animé. La culpa
la tiene mi cabro chico, se entretiene con esas cuestiones y me pide que los
veamos juntos. Me terminaron gustando. Son como teleseries, pero con dibujos
cuáticos.
-
Mire Jorge aquí usted no me venga a cuestionar, si le pido que vaya a
impuestos internos a pedir prórrogas, usted va. Si le digo que posponga pagos a
los proveedores, usted los pospone, si le digo que negocie un despido, usted
negocia ¿Quiere la pega o no?
Y
¿qué iba a decir? Sí, obvio que sí don Patricio.
Tiene
la pura escoba en los libros, la información es como las pelotas, debe
cotizaciones, lo van a multar, tiene puros ingresos y nada de gastos. Y quiere
que pelee con los inspectores. Esta cuestión va a durar poco, voy a tener que
seguir postulando a pegas a ver si sale algo decente.
-
No poh huevón, no podís venir pa´ acá en el Lexus, ven en la camioneta no más.
Capaz que te bajen del auto a patás en la raja y te lo roben. Si poh, ¿no
cachai como está la cosa? ¡Oye! ¡No se te vayan a quedar los planos de la nueva
planta!
Así habla el viejo, así es la cuestión.
Don
Patricio lleva como cinco quiebras en el cuerpo. Tiene cuatro empresas. Con
dos gana plata, con esta, en la que me contrataron, sale pa´atrás. ¿Y la nueva?
Esa va a ser un pozo de plata, pero claro, esa la tiene ordenadita, ahí tiene a
su hijo ingeniero comercial de la Adolfo. Les sale muy largo decir Adolfo
Ibáñez, así es que le dicen “la Adolfo”. Ahí está todo al día pa los créditos
que tienen que pedir y luego pagar menos impuestos.
No
cacho cómo lo hacen pa cambiar de negocio a cada rato, Don Patricio tuvo una
constructora, después una importadora de maquinaria para la minería, hasta una
fábrica de ropa de cama, ¡Ah! y una empresa informática. Unos softwares de
seguridad para no sé qué ministerio o algo así. Ahí cagó porque le pillaron las
coimas. Lo cuenta como gracia. Uno no paga una cuenta de Ripley y se va a la
cresta de una. Así no más.
Igual
yo debo ser muy re hueón. La Lilly tiene razón, me dice que todo me pasa por
ahueonao, Dice que no converso, que no hago amistades pa que me ayuden cuando
me quedo sin pega, que esa cuestión de la pura familia es bonita, pero no sirve
pa salir del hoyo en el que estamos.
¿Y qué voy a hacer? Soy callado desde siempre, de cabro chico, era flaco, malo
pa los combos, peor pa la pelota, me entretenía viendo tele y juntando láminas
pa los álbumes de monitos. No jugaba con los demás cabros de la cuadra a
intercambiarlas porque se arrugaban y a mí me gustaban lisitas, ordenaditas,
sin dobleces. Mis álbumes parecían siempre nuevos. Mi mamá me ayudaba a pegar
las láminas para que no se me apelotonara el pegamento. Llegué al extremo de
dar vuelta las páginas con pinzas. Encima era el hijo menor, a esos que les
dicen el conchito. Después caché que mi mamá pensó que era la menopausia y ni
sabía que estaba embarazada. Cuando se enteró lloraba todo el día, todos los
días. Por años me miraban con cara de acusación, como si fuera culpa mía haber
nacido. Decían que a mi mamá le daba vergüenza estar embarazada a los cuarenta
y cinco. A mí me daba vergüenza tener papás tan viejos y hermanos tan mayores,
pero ¿a quién le iba a alegar?
Tampoco
es que culpe a los viejos, después de cierta edad, los veintidós, los
veinticinco, los treinta a todo dar, ya no sirve culpar a los padres de cómo es
uno. Que mi viejo era casi un desconocido, que trabajaba mucho, qué se yo. A lo
mejor gracias a eso no se separó nunca de mi mamá y ella, aguantadora, buena
como el pan, eso decían todos, no preguntaba nada. Qué sé yo, pobre vieja.
Dicen que yo fui su refugio ¿de qué? no sé, en todas las familias hay cosas que
no se hablan.
No
culparé a nadie de mis trancas.
Mi
papá decidió que como era ordenado era lógico que estudiara contabilidad,
primero un colegio técnico y luego un par de años más en un instituto. Y yo
¿qué iba a decir? Que sí no más. Total, tampoco iba a vivir de coleccionar
leseras y no me gustaba nada como para proponer alternativas.
Llevo
un año con Don Patricio y quiero puro irme. Estoy chato de los chamullos, de la
triquiñuela. No soy bueno pa mentir y ahora que se acerca el plazo de entregar
el balance anual paso con puras pesadillas. Estoy más preocupado de que pillen
al viejo fresco que de mis propias deudas. Y yo que decía que mi papá era
apatronao. Se lo decía cada vez que agradecía al camión, que no era
suyo, porque teníamos qué comer, ropa y lo más importante, los estudios. Porque no hay
pobre que no diga que la única herencia que necesitan los hijos es la educación.
Mi
señora intenta ayudar con las deudas. Trabaja medio día en el colegio y en las
tardes dice que puede hacer otras cosas, pero es como caballo inglés, parte
bien con sus negocios y después, cuando no le rinden rápido quiere dejar todo
botado. Le hice todos los trámites para tres negocios distintos: un minimarket
en la casa que implicó perder todo el antejardín; después un vivero de plantas
y suculentas, fuera las vitrinas, pesas y muebles del minimarket y bienvenidas
las repisas, los maceteros chicos, bolsas con sustrato de no sé qué. Después
convenció a su mamá de hacer talleres de monos a crochet. Mi suegra teje bien,
pero tiene un genio del demonio y cero paciencia con las mujeres que son muy
ñurdas. Todas las alumnas se fueron. Conclusión de mi señora: todo era mucho
sacrificio para tan poca ganancia. Ahora anda vendiendo cosas por catálogos, le
compran las puras colegas de la básica. Con las compras on line, los
catálogos son una cuestión del milenio pasado, pero no vale la pena discutir.
Ya no discuto con nadie. Con ella menos, no tiene ningún sentido. Se enoja por
eso, dice que se nota que todo me da lo mismo, que nada me perturba porque no
tengo alma, que soy como un zombi que se levanta, va a la pega en la micro,
vuelve, come algo y se acuesta y todos los días son iguales.
−Puede
ser, puede ser− esa es mi respuesta favorita para cuando no quiero responder.
Ella
y mis hijos son lo que más me importa en la vida, pero si ella no logra verlo cuando
toda mi existencia gira en torno a ellos no sé qué más hacer. Creo que se me
pegó la actitud de víctima de mi madre y su mirada entre melancólica y rabiosa.
En
el campo usan una expresión que creo que me define: no me hallo. No me hallo en
la pega, en la casa, en mi cama con mi mujer. Lo peor es que tampoco sé si habrá
un lugar u otras personas en donde pudiera sentirme tranquilo siendo quien soy.
Como
si lo supiera.
Voy
a revisar de nuevo los portales de trabajo, a ver si me puedo ir de aquí y
dormir tranquilo por lo menos. Quizás un día le pegue el palo al gato y las
cosas revelen su sentido y entonces me halle y hasta me guste ser yo.
Tears for Fears, Mad World, Piano Version Marius
Furche