Estimado/a lector/a: luego de cada frase numerada, usted
responde “Tú tranquila, estoy acá”
¿Cuál es el sentido después de todo?, ¿Para qué?, ¿Para
quién?
Tal vez no todo debe tener algún sentido, la vida está llena
de absurdos y actos inútiles. Escribir puede ser uno más y no hará sino dar
cuenta de ese fenómeno. Viéndolo así, también tengo el derecho al absurdo, como
cualquiera.
1. Que sea
bienvenido el derecho al absurdo.
Tú tranquila, estoy acá
Recuerdo como partió, era una niña solitaria, llena de
preguntas, creciendo en un mundo de adultos en relación compleja. Como regalo
de cumpleaños clásico de la época, a los 7 años recibí un diario de vida.
Completé 8, cada cuaderno más grande que el anterior y sin candados. Los
guardaba en rincones o, a veces, en lugares evidentes que, por ser tales, nunca
eran registrados.
Me acostumbré a escribir lo que no podía decir. Las veces
que he leído esos cuadernos compruebo esa tesis. La historia detrás de eso no
viene al caso, pero ha de entenderse que los mecanismos de adaptación son muy
ubicuos y el mío fue ese. Sostener un diálogo interno fue el modo de lidiar con
las emociones y sentimientos sin cauce de expresión.
2. Que
permanezca el mecanismo de sobrevivencia
Tú
tranquila, estoy acá
A estas alturas, sigue siendo igual. Acostumbro a escribir
cartas, que rara vez, casi nunca más bien, entrego. Mando correos o
felicitaciones en donde puedo decir a las personas cuanto me importan, cuando
así es, por cierto.
¿Para qué escribir entonces? Por la expresión, por poder
decir.
3. Que sea posible decir
Tú tranquila, estoy acá
¿Escribir qué? Fantasías, recorridos por la inevitabilidad
del cierre estructural, las decisiones vitales hechas sobre la base de
suposiciones e hipótesis de lo que otros pueden estar decidiendo. Esos juegos
interminables de confusiones comunicacionales, errores de sincronías y mundos
interiores construidos quizás sin base. No he logrado hasta el momento, ni de
cerca, llegar a eso.
4. Que la neurosis sea expresada hasta el
hartazgo
Tú tranquila, estoy acá
Creo que aún escribo por no poder decir. La mayor parte de
lo que he escrito es lo que no dije.
Supongo, deseo más bien, lograr escribir fuera de mí,
sacarme el traje de racionalidad y de lo que se espera que alguien como yo
escriba. Salir de mí, inventar otros mundos, otras vidas. Lograrlo sería como
vivir más que la propia existencia. Quisiera entonces abrir el cerebro, el mío,
a otras posibilidades. Salir del traje de gruesa tela que parece rodearme, que
me impide vencer el pudor y me hace escribir tan crípticamente, que las
emociones terminan en un escondite en extremo recóndito. Tanto que casi quedan sin
espacio.
5. Que la anhelada ficción me sea revelada.
Tú tranquila, estoy acá
Al mismo tiempo pienso que mostrar el propio mundo es un
acto narcisista y exhibicionista, pero ¿es acaso posible escribir si no es a
partir de una misma? No se puede invadir
otras mentes, ni siquiera escudriñarlas en sus algoritmos más básicos, si así
fuera, el comportamiento podría predecirse y la vida sería una fomedad.
6. Que me sea tolerable el narcisismo y el
exhibicionismo.
Tú tranquila, estoy acá
He intentado con cuentos de varias capas de significación,
algunos tan rebuscados que creo difícil que tengan el efecto que los inspiró. Otros son tan
simplones que se adivinan en el primer párrafo, eso creo. Me sale fácil
escribir anécdotas, escritos irónicos y relatos cómicos, pero cuando más
necesito escribir, me domina la melancolía y la desorientación. Un sarcasmo en
sí mismo.
7 7. Que me
sea posible pasear por diferentes emociones y poder escribirlas.
Tú tranquila, estoy acá
Publico los cuentos o borradores en un blog, para vencer el
pudor, para acostumbrarme a la exposición. Lo mismo que este encargo. Quiero
decir lo que tengo que decir sin tener que cuidar demasiado las formas ni temer
que alguien se sienta tratado sin justicia. El exceso de empatía no es buen
compañero de un cuento logrado.
Sin embargo, no dejo de pensar aún en el hipotético lector
de mis cuentos.
¿Para quién escribo? Las más de las veces para quienes no
pude decir lo que quería, las menos para una audiencia anónima que tal vez se
conecte con las mismas temáticas.
8. Que me dé
lo mismo el lector en tanto personas identificables.
Tú tranquila, estoy acá
En un clivaje de estas reflexiones, apareció otra idea. Si
aprendo a decir tal vez no podré escribir. Si aprendo a escribir ¿estaré
aprendiendo a decir?
9. Que pueda escribir y decir. Decir y
escribir.
Tú tranquila, estoy acá